La crónica de lo vivido anoche en la madrileña y mítica sala La Riviera se podría resumir en una simple y concisa frase; The Interrupters conquistan Madrid, La Riviera y nuestros corazones. Sin embargo, hay mucho más que contar de una de los mejores recitales musicales de los últimos años.
Se me ocurren pocos peros para la jornada de ayer, siendo quizá el único el horario (implícito en la sala) y el calor que hacía en las afueras de una sala que ya se mostraban prometedores abarrotados de gente de todas las edades y estilos. Lo mismo veías una cresta con camiseta de Rancid, que un señor de sesenta con un polo azul. La magia que solo la música tiene.
Entramos en la sala con Maid of Ace sobre el escenario. Ya escribimos hace años sobre ellas en el blog, y dijimos que llegarían lejos. En ello están. Contribuyeron de manera más que notable a animar a todas y todos los que sabíamos que su fuerza y su punk inciso merecía la pena. Sorprendente ver las tablas que tienen estas cuatro hermanas siendo (aún) tan jóvenes sobre un escenario como el de La Riviera.
Mucha tralla, algún que otro pogo en las primeras filas, y también caras de incredulidad ante los que no habían oido nunca a las británicas. Verlas disfrutando sobre el escenario y comprobar que su directo es calcado a su sonido de estudio fue toda una alegría para quienes hace tiempo que las seguimos la pista. La noche pintaba bien.
Llegó entonces el momento de The Interrupters. Para ese momento, la sala estaba completamente abarrotada. Sold Out en toda regla. Con la clase de los grandes, la banda se hizo esperar y salió con un ligero retraso de un cuarto de hora. ¿La consecuencia?, un ansia generalizado que se liberó cuando sonó «Take Back the Power». Desde ese momento y hasta el mismo final con «She’s Kerosene» la sala (en toda su totalidad) fue una autentica fiesta.
Con «Title Holder» y «On a Turntable» se empezaron a abrir divertidos circle pits que se convirtieron en una costumbre durante todo el show. La diversión y el buen ambiente se podía palpar. Mentiría si no dijera que ayer fue uno de los conciertos con más movimiento, respeto mutuo y felicidad en los que he estado en los últimos años. También con más sudor colectivo, pero eso es otra historia.
El grupo transmite con cada acorde y cada palabra. Es increíble ver la vitalidad que tienen sobre el escenario y cómo no paran de moverse y tener gestos de cariño con el público. Un concierto no es solo tocar música y saber hacerlo, es mucho más, y en eso The Interrupters son los mejores.
En cuanto al setlist, no se le puede poner ninguna pega. Sonó todo lo que tenía que sonar. Y alguna que otra sorpresa que ahora desvelaremos. Desde «She got Arrested» o «Got Each Other», hasta «Raised by Wolves», «In the Mirror» o «Alien», la cual fue la predecesora de una preciosa versión del «Allelujah» de Leonard Cohen. Como regalo extra, la banda decidió regalarnos «Bad Guy», tema que no están tocando en toda la gira. Los coros generalizados durante el solo de trombón demostraron que fue un acierto.
Si a todo lo contado hasta ahora le añadimos balones de playa y confeti, os podéis imaginar el resultado: FIESTA. Eso fue lo que ayer tuvimos gracias a una banda cuyos conciertos son una utopía de cómo tendría que ser nuestra sociedad. Durante el concierto disfrutamos de unos valores que deberían ser enseñados en cada esquina. Gracias por hacer el mundo mejor durante más de una hora y media.
El concierto cerró con «Family» y «She’s Kerosene» con todas y todos empapados hasta la saciedad y con sonrisas en nuestras caras. Puede parecer exagerado, pero anoche The Interrupters se sumaron a los grandes conciertos que cualquiera con más de veinte años en esto recuerda en una sala elegida para los más grandes. The Interrupters ya son leyenda en la capital.