Bienvenidxs todos de nuevo a esta sección. El parón de agosto se ha alargado un poco, pero he estado trabajando con material del Punk Rock Holiday, no es que me haya estado rascando las narices todo este tiempo, que conste.
Recupero la sección de entretenimiento audiovisual con una serie de la que tenía muchas ganas de hablar, de hecho tenía pensado hablar de ella cuando preparé la última entrada antes del verano. Hoy os voy a hablar de El cuento de la Criada.
El cuento de la criada se ha petado a las grandes series. Nacida en una plataforma de la que me acabo de enterar buscando información, Hulu, compitió (y ganó) 8 nominaciones de los Emmys contra HBO, Amazon y Netflix. Algo tendrá, ¿no?
Correcto. The handmaid’s Tale no es la primera adaptación que se hace de la novela homónima de Margaret Atwood, pero sí es la mejor. La novela, escrita en Berlín Oeste en 1984 (lo que explica muchas cosas) plantea una distopía en la que, con la excusa del miedo al terrorismo islámico y la protección de la población, se han ido enterrando los derechos humanos y se han ido suspendiendo derechos y libertades hasta que, sin que la gente apenas reaccione (por desidia, pereza o ignorancia) se acaba imponiendo una dictadura teocrácica basada en los más estrictos valores puritanos.
Este régimen enfoca las mayores atrocidades contra las mujeres, les quita todos los derechos y las cataloga según su utilidad social. Las mujeres dejan de ser seres libres y pasan a ser Criadas (mujeres sin voz ni voto únicamente utilizadas para engendrar hijos a las familias ricas, ya que la contaminación ha dejado estéril a la aplastante mayoría femenina, a lo Hijos de los hombres), Esposas (mujeres de los comandantes, los que parten el bacalao, los hombres pudientes), o Marthas (cocineras y cuidadoras de la casa).
Salvando la novela, que hace un hincapié propio de su género en descripciones y pensamientos, la serie reescribe el ritmo de la historia y, desde mi punto de vista, mejora incluso la novela estableciendo los clímax y las intrigas mucho más coherentemente a una narración episódica.
No tengo nada negativo en absoluto que decir en cuanto a esta serie, así que voy a enumeraros por qué me pareció tan extraordinaria y por qué creo que su visionado es más que obligatorio.
A nivel de producto de entretenimiento, cada capítulo te deja sin aliento. La trama y el ritmo dramático son como un martillo neumático, constante y destructor. Cada capa que se quita la historia te horroriza un poco más y te hace empatizar más con unos y desearle la muerte más a otros. Te transmite ansias de justicia, quieres insuflarle valor a Defred, la protagonista. (Defred= de+Fred, ya que su amo se llama Fred. Vamos, que les roban hasta la identidad, Offred en el original). Te arrastra.
La composición, los colores y la fotografía son un trabajo de contención soberbio. La sensación general es de orden, simetría, rectitud. Es como si esa dictadura hubiera absorbido la estética misma de los espacios y de la propia historia y la hubiera sometido a los mismos grilletes. Cada plano es un cuadro estático y plástico a la vez.
Las interpretaciones son increíblemente sutiles. Todos los personajes se mueven bajo un yugo invisible de Ojos que les vigilan y un sistema opresor, sin embargo todos tienen deseos y pulsos que les mueven, pero no pueden demostrarlos, e incluso las reacciones más viscerales deben ser suprimidas. Un trabajo actoral muy difícil que no decepciona.
Te hace pensar. Hay poco contenido televisivo del que podamos decir que, consciente o inconscientemente, da para la reflexión. El cuento de la criada es visionario y contemporáneo (no olvidemos que se escribió en 1984, lo que le da aún más mérito) y te hace plantearte si una realidad así podría ser posible. Yo pienso que sí.
Los hechos que desencadenan esa realidad los estamos viviendo hoy en día, la islamofobia sin ir más lejos. ¿De verdad es tan descabellado pensar que nuestros simpáticos gobernantes nos podrían quitar los derechos y nosotros no diríamos nada por miedo al mal mayor?
Claro que no, ya lo hacen. El estado central de este país mandó a la policía a cargar contra una ciudad entera hace escasos días en Cataluña. La repercusión e indignación que tendría que haber sido la respuesta ciudadana normal ante tamaña violencia sin sentido del gobierno a sus ciudadanos, fue prácticamente anecdótica y empañada por una España rancia que en lugar de empatizar con sus vecinos cogió la maldita bandera de este país de descerebrados y salió a la calle a levantar la zarpa, a justificar y apoyar la barbarie.
Por último, El cuento de la criada es una historia profundamente feminista. Defred comparte con nosotros su verdaderos pensamientos y, pese a que sabe que debe parecer sumisa y tonta, feliz por su papel, en su interior arde en rebeldía. Busca como permanecer fiel a si misma y derrocar al sistema que la oprime. La obra trata su deseo como elemento transgresor, porque nadie, ni siquiera un gobierno despótico fundamentado en un dios todopoderoso, puede gobernar el pensamiento de una persona. Y mucho menos su deseo.
El cuento de la criada debería ser proyectado en los institutos y debería ser considerada una obra al nivel de esclarecimiento de Un mundo feliz o 1984.
May it open.