En una primera escucha general de este 9th & Walnut, cualquiera podría plantearse que Descendents son los Benjamin Button del punk rock de la costa oeste: señores entrados en sus cincuenta con una capacidad asombrosa de crear música rabiosa, melosa y juvenil. Pero (al menos) esta vez, la cosa tiene truco.
El octavo disco de estudio de los de Hermosa Beach tiene bastante miga en cuanto a su intra historia. Esta colección de dieciocho cortes ha pasado por varias fases antes de llegar a nuestros tímpanos. La primera de ellas (y quizás la que más influye en su composición), del 77 al 80. Ahí fue cuando realmente se gestaron estos cortes. La segunda fecha clave para entender este disco es 2002. Es ahí cuando se recuperan y se graban de nuevo, en un proceso en el que Navetta falleció dejándolo incompleto. Y así llegamos a 2020 cuando con Milo a la cabeza, se acaba la grabación para que esta viera la luz el pasado 23 de julio. ¿Es este el disco más largo del mundo? – podría ser.
Puestos en contexto, es más fácil entender cómo este disco es como un Santo Grial encontrado sin ser apenas buscado. Es un regalo inesperado, una buena noticia repentina, un postre gratis al final de un gran menú. Las canciones muestran clara influencia de grupos de la época en la que fueron compuestas, como por ejemplo «Grudge», «It’s a Hectic World», «Like the Way I Know» o «You’re Disgusting» con un claro sonido a unos Black Flag o Circle Jerks que ya destacaban a finales de los 70 en la escena californiana.
Así mismo, la banda comenzaba a perfilar ese sonido melódico tan característico con cortes como «You Make Me Sick», «I’m Shaky» o la preciosa «To Remember». Un sonido que les hace ser lo que son hoy en día. A la hora de destacar algún que otro corte, personalmente me decanto por «Mohicans» – con un sonido 100% Descendents – , y por la reivindicativa «It’s My Hair» – quizá por pura envidia de aquel que no tiene muchas opciones de peinado a estas altura de la vida-.
Conclusión: 9th & Walnut es todo un señor disco y un ejercicio que parece fácil pero que no lo es. Descendents se enfundan el mono de trabajo y tocan cortes que fueron compuestos hace cuarenta años, siendo capaces de mantener la esencia de los mismos y transmitirla. No creo que muchos grupos sean capaces de, citando el precioso y Beach Boytero último corte del disco, dejarnos henchidos de felicidad por el resultado final.