Gruta 77 puede presumir de ser una de las salas que han sobrevivido a épocas muy duras para la música, y que sigue resistiendo a los embites de todas las leyes que entorpecen el avance de la cultura. Por una de las esquinas más transitadas del barrio de Carabanchel han pasado desde Bad Manners hasta The Casualties y desde MCD hasta Los Crudos (uno de los conciertos más épicos que recuerdo).
El pasado viernes podría haber sido un día más en la habitual rutina de esta sala, pero la alianza de Rude Pride con Crim hacía presagiar que no sería así, y no nos equivocamos. Más de la mitad de las entradas habían volado en la preventa, y el resto se agotaron en un rato, dejando a mucha gente fuera. Señal inequívoca del fervor que despiertan ambas bandas en la actualidad.
Una y otra fueron formadas en los primeros años de esta década, pero su trayectoria ha sido logarítmica y a día de hoy se presentan como dos de los nombres más pronunciados en muchas conversaciones musicales.

El primer asalto fue de la banda local. Rude Pride comenzaron el combate tanteando, con una de esas intros que mezclan el ska, el punk y el rocksteady. El público aún frío no supo reaccionar al primer tortazo de «Outta My Way», ni siquiera al segundo con «Crisis Sons». Tuvo que ser el gancho de «No Trust» el que despertara los primeros bailes entre el respetable. Y ahí empezó realmente la dura pelea, en la que se vivieron momentos álgidos entre «Wrong Way», «No Problem» y «Flag On Fire». Su estado de forma es sensacional, y eso se contagia. Ellos se divirtieron arriba y el resto abajo, incluso cuando presentaron «1886», una de las que aún no hemos podido disfrutar, y que estará en su próximo split con Seaside Rebels. Y acto seguido, la locura desatada con «Historia Triste», el clásico de Eskorbuto. Se dejaron para el final «Fear And Panic», «Underpaid Scars», «Hated And Rejected» y «Screaming Oi!», y tuvieron tiempo para otra mítica versión que seguramente nadie esperaba, la coreable «Take ‘Em All» de Cock Sparrer. Concierto de diez en el regreso de los madrileños a casa después de una temporada sin parar de tocar en Alemania, Noruega y muchos otros países europeos.

Crim salían al escenario de Gruta con el listón colocado a mucha altura, pero desde el principio fue un segundo asalto muy aguerrido. Con un sonido algo peor, supieron desplegar el mejor de sus repertorios de golpes, empezando por «Benvingut enemic» y «Avui fa bon dia», ambas de su reciente Blau Sang, Vermell Cel. «Tarragona dorm», «Temps era temps» y «Desperta» terminaron de encender el júbilo de las primeras filas, y desde entonces fue una auténtica sangría abusiva en la que no dejaron títere con cabeza
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. Coros perfectamente ejecutados, guitarras sutilmentente desplegadas y ritmos armoniosamente encajados fueron el hilo conductor que nos llevó a un pisoteo craneal del que no podíamos zafarnos desde abajo. Se vivieron momentos intensos con «Cavalls morts», «El terra tremola», «Una cançó i una promesa» y «Maneres de viure» (dedicada a Tony Urbano y su «Maneras de vivir»), pero fueron realmente especiales «Castells de sorra», su himno más reconocido, y otra sorprendente versión (de nuevo Cock Sparrer como nexo) del «Watch Your Back». Casi sin aire para respirar, Crim se despidieron de Madrid tras una hora de concierto de los que recuerdas aunque el tiempo pase y recibas más golpes.
Ver Gruta 77 llena hasta los topes tiene dos lecturas posibles: que la unión de Crim y Rude Pride funciona muy bien, y que además vivimos una buena época para la simbiosis entre las bandas y el público. El resto de la magia se quedó almacenada entre esas cuatro paredes de Carabanchel.