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Adam es un neonazi que en lugar de ser enviado a prisión, es enviado a un retiro a casa de un párroco y realizar tareas de servicio a la comunidad.
Para quien sea fan de Anders Thomas Jensen, este director no necesita presentación, para los que lo conozcan, coincidirán conmigo con que es uno de los estandartes del cine Danés y que su señal identificativa es la maestría con la que maneja un humor negro que no tiene comparación. No consigo explicarme las notas que tienen sus películas en filmaffinity.
Thomas Jensen siembra Las manzanas de Adam (en castellano, 2005) de una lucha entra el bien y el mal palpitante en el subtexto desde el primer minuto de metraje y personifica el mal más malévolo y el bien más inocente (valga la redundancia) en sus dos protagonistas; Adam el neonazi (Ulrich Thomsen) e Ivan el párroco (Mads Mikkelsen, su actor fetische).
La presentación del personaje de Adam, por ejemplo, no deja lugar a dudas
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. Lo primero que hace al bajarse del autobús que le deja en el camino que va a la casa que será su hogar los próximos meses es sacar una navaja para rayar la pintura del autobús según este se aleja. Maldad gratuita. Personaje centrado. Es un hijo de puta que monta contra todo lo que tenga delante.
Las referencias bíblicas son decenas, ya sean altas y claras o sutiles. Por ejemplo, la entrada de Adam en la primera escena, aún subido en el autobús es de izquierda a derecha, como anticipando su transición entre la izquierda (universalmente relacionada con lo maligno) y la derecha (el bien. “Sentado a la derecha de Dios Padre…”). Sin embargo la pequeña furgoneta azul celeste de Ivan aparece precisamente desde la derecha y sale al encuentro de Adam, el cual le pega un manotazo al párroco ante el que este ni se inmuta y le invita a acompañarle. Adam duda unos instantes, y da el primer paso hacia esa “derecha” detrás de Ivan, acto que queda interrumpido por un corte de montaje (y no sin intención).
Para colmo, la única tarea que Adam tiene que conseguir durante su estancia en la casa es hacer una tarta con la fruta que da el manzano del jardín. Que mala suerte para Adam que las siete plagas del apocalipsis azoten al árbol sin ningún sentido ni concierto, de una manera fuera de toda lógica.
Ante esta situación Ivan está convencido de que el Diablo es el que está detrás de toda esa mala fortuna, sin embargo Adam cree que es Dios el responsable. Los enfrentamientos entre ambos rozan la sensación de violencia visceral que transmite Haneke, porque el personaje de Ivan no es un simple párroco. Un simple párroco no podría enfrentarse ni controlar la semejante jauría de locos que hay en esa casa. De ahí que sea en el fondo el más tarado de todos. La relación entre ambos es amor odio, pero no mutuo si no unidireccional, Adam odia a Ivan, e Ivan ama (en el sentido fraternal de la palabra) a Adam.
Se me está haciendo muy difícil hablar de esta película sin destapar nada de la trama que vaya a restar disfrute a su visionado. Baste decir que fue mi primer contacto con Thomas Jensen en particular y con el humor negro del cine danés y que me ha resultado adictivo desde entonces.
Muy recomendables también Los carniceros verdes (De grønne slagtere, 2003) o Luces parpadeantes (Blinkende lygter, 2000).
