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Yard Bomb – Homónimo

La primera vez que escuché a Yard Bomb fue anoche. Llegué a ellos por un enlace que algún contacto de Facebook colgó. La portada de su primer larga duración (que vio la luz hace tan solo tres días) al más puro estilo Adolescents hizó que les diera una oportunidad, y trece minutos más tarde, ya me había merendado su disco homónimo de un tirón. Medio día después de esa experiencia, aquí ando, sentado escribiendo la crónica de un disco de hardcore punk con mayúsculas.

Yard Bomb son un grupo de Wedel (Alemania) que encara su segunda etapa como formación (la primera los mantuvo en activo de 2012 a 2015) con un disco que hará las delicias de todos aquellos que amen el punk rock / hardcore old school de la Costa Oeste de los 80s. Y decir esto son palabras mayores. Escuchar «Get Off», primer corte de este recién estrenado trabajo, fue un viaje sonoro a la California de los flyers en blanco y negro, de Black Flag, de Keith Morris y de Henry Rollins, de D.I. y de ese punk agresivo y duro que te golpea en la cara con cada acorde.

La voz de Rolf, cantante del grupo, parece la prolongación de la de Keith y en «Bang, Bang» además de esa rabia y esa ronquera tan característica, también encontramos partes musicales que recuerdan a «I Don’t Belong» de los inmensos OFF!. Sacad vuestros patinetes y buscad una piscina ahora que es tiempo de que se vacíen. El disco continúa trallazo tras trallazo a la velocidad del rayo. «I lie», una de mis favoritas, se acerca al minuto y medio de duración (barrera cruzada tan solo por un tema en todo el disco) para presentarse como un medio tiempo crudo tanto en su ritmo como en su letra. ¿En serio esta gente es alemana?.

El grupo describe su música como la convulsión que te produce una fiebre alta y agitada, y en «W.T.F.» y «Time Will Tell» o «Beach Patrol» las décimas deben llegar a su pico más alto. Tres cortes espídicos y veloces que te sacuden dejándote con ganas de destrozar todo lo que tengas alrededor. Así llegamos a otra de las piezas claves en este disco, «Turning Up Milhouse», un corte que vio la luz en el 2014 pero que se concierte en uno de los golpes mejor dados. Esas risas, esos gritos, ese desconcierto ordenado que parece ser un caos para los oídos es, simplemente, celestial.

El final del álbum no pierde fuerza y nos ofrece uno de los cortes más hardcore de este homónimo, «Invisible Naked man», un trallazo con breakdown incluido perfecto para sacar la rabia que llevamos dentro. Por último, «Feeling High» no hace más que redondear uno de los discos que más me ha sorprendido de este 2019, no había oído hablar de Yard Bomb pero no dejaré de seguirles la pista porque verlos en directo debe ser una bomba atómica. Lo dicho anteriormente, si os mola el old school, aquí tenéis vuestro billete de vuelta a los 80s.

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