Cuando uno va solo a un concierto y conoce a media sala, sabe que está en el lugar adecuado. Y es que el pasado viernes la Wurlitzer era dónde había que estar. Con un centro de Madrid abarrotado, varios eran los extraños que ante la gran afluencia (sold out) de público, intentaban entran preguntándose qué se estaría cociendo ahí dentro.
Pues bien, lo que se coció fue una buena noche de punk rock a fuego alto. Muy alto. Tan alto que el sudor comenzó a brotar desde bien temprano. Llegué a la sala sobre las 22:15 y mi sorpresa fue que tuve que hacer cola para entrar. Diez minutos después, Weak hacían acto de presencia. Con algún que otro problema técnico la banda dio el pistoletazo de salida con una sala a reventar.
Weak se han convertido en un grupo muy querido en la capital y se nota. En apenas cuatro años (con pandemia de por medio) han sido capaces de que temas como «Nothing but Numbers» o «Eternal Sunshine of the Spotless Mind» sean ya clásicos en sus directos. Mucha gente moviéndose en las primeras abarrotadas ( y sudadas) filas, y muchos coros.
Uno de los momentos de su breve (pero intenso) concierto fue cuando el grupo tocó «Intoxicated Society» con la colaboración de Sima sobre el escenario para el deleite de todas y todos los allí presentes quienes coreamos las guitarras como si tuvieran voz propia. El buen rollo existente entre público y bandas fue algo que se palpó desde el principio hasta el final de la noche.
Tras una escapada al mundo real para tomar algo de oxígeno, volví a abrir las puertas de la sala para adelantarme y tomar posiciones ante lo que estaba por venir. Hacía tiempo que no veía a Adrenalized en sala y les tenía ganas. Y eso que no sabía la sorpresa que nos tenían deparada.
Es cierto que el grupo comenzó un tanto frio, y que de nuevo los problemas técnicos no ayudaron a entrar con el mejor de los pies. La banda abrió con «Operation Exodus Part II» y «The Story Hard to Believe», cortes de su último disco Operation Exodus (2019). Aunque la ejecución (como siempre) fue genial, la conexión con la sala no era todo lo pulida que la ocasión merecía.
Sin embargo, tras un par de temas más, algo lo cambió todo. Ander bromeó y dijo que el concierto real comenzaría a partir de ese momento. Dio las gracias a todos los que habían creído en ellos desde el comienzo, celebró el décimo aniversario de Tales from the Last Generation, y se dispusieron a tocarlo de cabo a rabo. Enterito. Simplemente con el bajo de «The Prophets and the Wise» ya se estableció una locura que duró hasta el final del show.
Locura que alcanzó su clímax cuando sonaron «Last Man Standing» y «Tarkin Doctrine», creando cinco minutos de éxtasis generalizado. Nadie esperábamos algo así (ni siquiera Fon, con el que pude hablar y se mostró igual de sorprendido que yo), y por eso lo disfrutamos el triple. Increíble escuchar en directo temas como «The Taste of the End» o ese bajo de «Tales from the Last Generation». Salí al descanso (merecido) con una sonrisa de oreja a oreja. Gracias.
Con la sensación de una noche grande, aún nos quedaba la guinda del pastel; los israelitas Not on Tour, quienes, haciendo honor a su nombre, no estaban de gira, solamente tocaban en Madrid para nosotras y nosotros, unos doscientos afortunados. Tocaba sudar de nuevo.
La intensidad de Sima sobre el escenario es una constante, y las ganas que había en el público una realidad. Con tremenda ecuación, su despeje solo podía ser positivo. No recuerdo el orden del setlist, pero sonaron clásicos como «Flip», «Different Kind of Weather» o «Sick of This Mess». Los stagedivings eran una constante y en ocasiones podías contar incluso tres personas volando a la vez por una abarrotada Wurlitzer.
También sonaron temas de su último disco, como por ejemplo «Therapy», «Run for It» o «Daddy». Los presentes se cantaban todas y cada una de las canciones que la banda iba interpretando mientras el buen rollo entre los asistentes era una constante extraordinaria.
Not on Tour tampoco se olvidaron de su primer lanzamiento y nos regalaron momentos en los que poder dejarnos los pulmones cantando «All this Time», «Oded» o la inmensa «I Wanna be like You», que desató el desfase en la sala. Es cierto que la banda no está tan activa como hace unos años, pero que nadie piense que no están en forma. Sima y los suyos dieron un señor concierto que remató lo que habíamos empezado más de dos horas antes.
El viernes la Wurlitzer era el lugar donde había que estar. Por eso escribo esta crónica, porque si estuviste, lo confirmarás, y porque si no pudiste estar, podrás imaginar con datos cómo lo pasamos. Por muchas más noches como estas. Próxima parada, The Interrupters + Maid of Ace. Nos vemos en el pit.