Nos daban por muertos. Creíamos que eramos una especie en peligro de extinción y que no teníamos relevo generacional. Pensábamos que eramos solo unos cuantos locos anclados en el pasado. Y tal vez todo eso es verdad. Pero tal vez solo a medias. Después de lo ocurrido en la Sala Cats el pasado viernes, y sobre todo en las primeras diez filas del concierto de Good Riddance, me he venido arriba. Y espero que todos los que estabais allí también.
Hacía mucho tiempo que no disfrutaba de un concierto así. Incluso el insoportable calor de la sala quiso poner su granito de arena para que la sudada fuera como esas de antaño. Y los moratones. Esos también fueron de los que llegan para quedarse incluso hasta día de hoy. Y duelen, pero a la vez alegran. Me hacen esbozar una sonrisa y, al mismo tiempo, arrepentirme de no haber exprimido más una gira que ha puesto en pie de guerra a todos los nostálgicos del género. Todos esos que nos conocemos gracias a la música, o al menos nos ponemos cara cada cierto tiempo sabiendo que compartimos la misma pasión incomprendida. Todos los que el pasado viernes disfrutamos como hace más de diez años.
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En esta ocasión me perdí el concierto de los majuelos de Blowfuse (mal hecho, lo sé) pero hacía tiempo que no me juntaba con algunos amigos y las cervezas se alargaron a modo de anécdotas y recuerdos de miles de tardes como aquella. A buen seguro que los de Barcelona pusieron en marcha su espiral y dejaron boquiabiertos (una vez más) a todos los allí presentes. Esta vez podéis ponerme falta, pero no volverá a pasar. Lo juro.
Entré en la sala cuando Satanic Surfers estaban tocando «Better Of Today». Creo que fue su tercer latigazo. La sala presentaba un gran aspecto y había mucha gente dándolo todo con los suecos. Decidí quedarme a mitad de sala y disfrutar del repertorio desde mi privilegiado 1.95. También pude ver que la gran mayoría de la sala cantaba prácticamente todas canciones. La actitud del grupo fue inconmensurable, como si nunca se hubieran ido. Van ganando soltura y rodando de nuevo como si desempolvaras ese viejo skate y ,tras un mes, ya pudieras hacer todos los trucos que antes dominabas. «Together» o «PC» iban sonando una tras otra haciendo las delicias del personal. Y llegó mi momento: «U + I R 1». He tenido la suerte de escucharla en directo dos veces ya, pero me supera. La sonrisa me duró los 3:25 minutos que dura es obra de arte. El tiempo volaba pero todos lo aprovechábamos al máximo. «The Treaty And The Bridge» me desató del todo, y la traca final fue digna de vivir: «Why?», «Head Under Water» (coreada hasta el infinito), «Hero Of Our Time» y «Good Morning». Increíble. Sueño con que el grupo vuelva al estudio, están en forma para ello.


Tras una salida a la calle para pillar aire, llegó el momento de la noche. Good Riddance aparecían sobre un escenario cercano y en distancia corta. Todo un lujo que no podíamos desaprovechar. En los minutos previos al concierto me encontré con cantidad de amigos y caras conocidas. Y me dio tiempo a pensar que al final todos los que hacemos que esto se mueva estábamos allí presentes. Distris (Fon), promotores (Noemi), programas de radio (Tania), integrantes de grupos (Javi, Jorgito Wallride …) y nosotros. Todos agolpados en las primeras filas en un espacio de tres metros y todos con la misma ilusión y ganas que hace años. Sabíamos que ese concierto iba a ser mítico. Y así fue. El ambiente que creamos en ese espacio fue como el de siempre, y encima el grupo estuvo a la altura. Gran concierto de unos Good Riddance por los que no pasan los años. Incluso Russ se movió más de lo normal pese al insoportable calor del momento.
No puedo recitar el setlist como si de una alineación de un equipo de fútbol se tratara porque estuve disfrutando del pit durante todo el concierto, pero tocaron todo. «More Depalma, Less Felinni», «Weight Of The World» o «Think of Me». Tampoco faltaron «Out Of Mind» o «Salt». Sudamos y nos golpeamos con «Fertile Fields» y «A Credict To Her Gender» y yo entré en clímax con «One For The Braves». Coreamos y tomamos aire (en parte) con «United Cigar» o «Mother Superior». Y todas las clavaron. Realmente fue una noche para enmarcar. Las dos últimas canciones las tuve que escuchar desde el puesto de merch donde, debido al sudor, tuve que comprar una camiseta nueva y quitarme la puesta porque estaba calada. Como antaño.


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Tal vez seamos pocos, nos den por muertos o nuestro tiempo haya pasado, pero simplemente por noches como las del viernes pasado merece la pena seguir al pie del cañón, seguir disfrutando de lo que nos gusta, y seguir dejando claro que nos vamos a seguir vaciando por algo que en parte sentimos como nuestro. Ahora a esperar a la próxima vez en la que nos veamos las caras y sudemos juntos. Ojalá sea más pronto que tarde.