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Bad Religion @ Primavera Sound 23 (Madrid)

El pasado viernes asistí a unos de los conciertos más surrealistas que he vivido de Bad Religion ( y he visto más de treinta). Que nadie me malinterprete, no me refiero a la actuación del grupo propiamente dicha (sin ningún tipo de fisuras, como de costumbre), sino al enclave en el que tuvo lugar su actuación en cuestión.

Muchos fuimos los que nos sorprendimos y quejamos de la inclusión de Bad Religion en un festival como el Primavera Sound, donde el punk rock es un estilo más que minoritario dentro del cartel. Aparecían entonces ahí los debates personales y morales, la lucha entre el debo y el puedo. Finalmente, mi amor incondicional por la banda hizo que la moneda saliera cara, y que presenciara un concierto que no creo que olvide jamás.

Dejando a un lado la nefasta experiencia que el Primavera ha dejado en Madrid para muchas y muchos (cancelación más que dudosa el jueves, problemas de acceso más que evidentes, y regalos de entradas y abonos por doquier a última hora), conseguimos entrar al recinto a eso de las 22:00 de la noche. Nos dio tiempo a dar una vuelta, ver a lo lejos el escenario principal donde estaban tocando Depeche Mode, y proceder a buscar el escenario Cupra.

Tras una visita a unas barras y baños desangelados (yo esto lo veo como algo positivo), llegamos al escenario en cuestión. Faltaban veinticinco minutos para el comienzo de Bad Religion y éramos siete personas las que esperábamos tranquilamente nuestro momento. Curioso cuanto menos. Cinco minutos antes, la escena seguía siendo sorprendente, unas cien personas de todo tipo y estilo esperando para que Greg y los suyos hicieran acto de presencia.

Con una puntualidad británica Bad Religion apareció y se puso a hacer lo que mejor saben hacer. Dar un doctorado en punk rock. El concierto comenzó con las guitarras de «American Jesus» de manera potente y directa, pero en las primeras filas había tanto hueco y gente tan dispar que el pogo parecía tener vergüenza y respeto a arrancar. Mis sensaciones ahí fueron extrañas y pensé que no iba a ser el concierto que más disfrutara. Nada más lejos de la realidad.

Tras «Los Angeles is Burning», llego el momento de «Do What you Want» y la locura. De repente el pit empezó a funcionar siendo un lugar cómodo, variopinto y respetuoso a la vez. La diversión había llegado y los que estábamos allí sabíamos que era un enclave distinto y que había que disfrutarlo. Golpes y abrazos se mezclaban por partes iguales. También saludos y sudor. Y barro. Aunque la organización había solucionado el problema, el pogo pudo con el césped artificial y acabamos manchados de alegría.

El sonido del grupo, al menos en las primeras filas no fue el mejor, aunque me dijeron que en media y larga distancia sonaba de maravilla. Yo estaba a otra cosa. A cantar y darlo todo como cuando tenía veinte años. El setlist, muy genérico aunque incluyó algunos temas que me sorprendieron como «Epiphany», «End of History» o«Streets of America». Por lo demás, clásicos con los que Bad Religion intentó demostrar lo que son para aquellos que estaban allí por curiosidad o de rebote.

Sonaron «Come Join us» (el mejor recuerdo que me llevo), «Suffer», «Anesthesia», «You», «Punk Rock Song», «No control»… y así hasta un total de veinte canciones con las que Bad Religion fueron animando al público a unirse a la fiesta poco a poco. Cabe destacar la versión festival de «Generator» donde Greg dejó cantar al público el comienzo. Eramos pocos pero valientes y dimos la talla.

EL recital cerró con «Sorrow», «I Want to Conquer the World y «21st Century (Digital Boy)» dejándonos a todos con una sonrisa y extasiados tras un pit que fue de menos a más y que exigió lo máximo de cada una de nosotras y nosotros.

No tuve la oportunidad de mirar atrás y ver cuánta gente podía estar presenciando el concierto, pero sí se que hubo unos doscientos afortunados que vivimos el concierto como si de un recital privado se tratara. Y eso no tiene precio.

Luces encendidas, tiempo para mirar las marcas de la batalla, el barro en las zapatillas, piernas e incluso chubasquero, y a caminar y entremezclarse con gente que iba a otra cosa y que no tenía ni idea de los felices que habíamos sido durante esa hora de locura y pasión.

OFF! @ Wurlitzer Ballroom (Madrid)

Rancid – Tomorrow Never Comes