La pasada semana tuve la suerte de poder presenciar en Berlín una de las mejores batallas que se pueden vivir (musicalmente hablando), la «Batalla De Los Siglos» de Bad Religion. En este doble concierto (dividido en dos noches consecutivas) el grupo repasa su trayectoria por siglos. En la primera noche presenta temas que pertenecen al periodo que va desde sus inicios, 1980, hasta 1999. En la segunda noche, el setlist está formado integramente por canciones de este siglo, desde el año 2000 al 2015. Hasta el momento, Berlín ha sido la única ciudad europea elegida para tal evento, y estar presente en el C-Club las noches del 2 y 3 de junio tenía premio. Vaya si lo tenía.
2 de junio/noche 1 (1980-1999)
Berlín es una ciudad con una oferta cultural inmensa y ha estado en boca de muchos esta semana por la final de la Champions. El concierto de Bad Religion parecía ser algo más que pasaría desapercibido, y tal vez así haya sido, salvo para 700 afortunados que jamás olvidaremos esas dos noches. En los aledaños de la sala y a las 18:00 de la tarde, ya se respiraba punk rock. Gente de todos los tipos y edades que tenían en común el amor por Bad Religion. Camisetas, muchas camisetas del grupo se podían ver rondando el C-Club como si de un desfile de trofeos se tratara. Cuarentones, cincuentones, adolescentes, padres con niños … todo el mundo quería volver al siglo XX de la mano de Bad Religion, y eso se notaba en las caras. Alguien me dijo un día que todo aquel que lleve una camiseta de Bad Religion es buena persona, desde entonces, me gusta pensar así. Y la verdad es que el ambiente dentro de la sala fue increíble.
No había estado nunca en el C-Club, pero me sorprendió nada más entrar. Era mucho más pequeña de lo que por fotos parecía, y ofrecía una cercanía constante con el grupo. Iba a escuchar canciones que jamás había escuchado en los 14 anteriores conciertos, y encima iba a estar pegado el grupo, ¿qué más podía pedir?.
Pasadas las 21:00 de la noche, las luces se fueron y la intro del grupo empezó. Varias fueron las sinfonías que sonaron, pero la última y más identificable fue la banda sonora de «Jesucristo Superstar». El grupo apareció y estalló la locura. La encargada de abrir la veda fue «Spirit Shine». Bienvenido siglo XX: calor, sudor, golpes y Bad Religion, ¡Cuánto te había echado de menos!. Sonaron todas las propias de la época «No Control», «Suffer», «American Jesus», «Generator» … pero también lo hicieron verdaderas joyas como «The Gray Race», «Henchman», «Billy» o la grandiosa «The Handshake». Todo una espiral de temazos celebrados hasta la saciedad por un público sediento de pasado. El grupo no paraba de sonreir y disfrutar tanto o más que el público. Curioso fue ver a Greg con una camiseta después de tanto tiempo. Todo eran guiños y complicidad. Guiños, complicidad y felicidad. La orgía musical seguía, y el grupo nos regalaba temas poco habituales como «The Hopeless Wife» o «Sowing The Seeds Of Utopia» que eran todo un lujo tararear. Las ovaciones entre canción y canción eran inmensas y el tiempo volaba. Creo que el concierto duró una hora y media o así, no estoy seguro perdí todo tipo de referencia. Cuando el concierto llegó a su fin, el grupo agradeció a los allí presentes el apoyo y la ayuda recibida para recrear otra época. Solo quedaba descansar y esperar al concierto del día siguiente.
3 de junio/noche 2 (2000-2015)
Aún con la resaca musical de la pasada noche, pero con el recuerdo reciente de lo vivido, tocaba volver al mismo sitio para presenciar la segunda parte de la batalla. Misma cola para entrar, mismo ambiente en la sala (ambas noches fueron sold out). Nadie quería perderse este segundo día aunque, a priori, pareciera ser menos histórico. Digo a priori porque, ni el grupo ni el público iba a dejar que eso pasara. Es fácil acostumbrarse a lo bueno y todos queríamos repetir. Todos queríamos otra noche para recordar. Y obviamente, así fue.
Como si de un deja vû fuera, casi a la misma hora que el día anterior el grupo se subió al escenario de nuevo. Yo esta vez estaba en un sitio más cómodo, sobre la fila 20/25 para disfrutar del concierto sin que mis moratones se resintieran. «Kyoto Now» y «Social Suicide» abrieron la noche, aunque la que de verdad animó el cotarro fue «Los Angeles Is Burning». El grupo dijo que el concierto de esa noche para ellos tenía más importancia, ya que las canciones que sonaran son las que representan al grupo actualmente. Toda la lógica del mundo. El bloque «Supersonic», «Prove It», «Can’t Stop It» desató la locura. A mi personalmente me hizo mucha ilusión escuchar «Broken», «Vanity» o «Dearly Beloved». Todo el mundo cantaba todas y daba la sensación de que si hubiera una tercera y cuarta noche, todos estaríamos allí. Justo antes de retirarse, el grupo lo bordó con «Wrong Way Kids», «New Dark Ages» y «Sorrow». Después de otra hora y media de locura, aún volvieron para dar los dos bises que cerraron un total de 60 canciones: «Past Is Dead» y «Fields Of Mars». La batalla había llegado a su fin, las luces estaban bajas y solo Jay Bentley permanecía en el escenario dando gracias como aquel grupo novel que acaba de empezar. Piel de gallina.
Lo vivido en estos dos días es muy complicado de contar por aquí. Lo intento pero supera todas estas palabras. A veces sabes que tienes que estar en un sitio porque es aquel al que perteneces, y por eso mismo compré las entradas y me marché a Berlín. Todo superó mis expectativas y mi admiración por este grupo es cada vez mayor. Gente normal que lleva haciendo esto 35 años y que aún sonrien y disfrutan en el escenario sin ningún tipo de pretensión. Hay gente que me pregunta si, tras verlos 16 veces, no me canso. Yo siempre contesto lo mismo; «si ellos siguen disfrutando después de 35 años, ¿por qué no voy a hacerlo yo también cada vez que los veo?. Bad Religion transmiten su complicidad y contagia al público. Imposible cansarse de algo así. Dicho esto, ya tengo ganas de que llegue septiembre para volver a verlos en Vitoria.